el tiempo perdido en una olla y la falta de comodines obliga a Vallejo Racing a abandonar.
La décima etapa, a disputar el 11 de enero entre Haradh y Shaybah, parecía una etapa de transición. Un largo enlace de 500 kilómetros y una corta cronometrada de sólo 114 que llevaría a los participantes a las etapas maratón a disputar en el Empty Quarter. Las etapas 11 y 12 son las que todos los participantes tienen marcadas en rojo. Pero en el Dakar hasta las etapas más cortas tienen sus trampas.
Tras haber utilizado los tres comodines disponibles y continuar en carrera, Sergio Vallejo y Mario Tomé salieron a la carrera con la intención de simplemente pasar por ella minimizando los riesgos. Su posición de salida y el largo enlace hasta el inicio de la cronometrada provocaba que arrancasen la especial muy tarde, teniendo en cuenta la hora a la que se pone el sol en la zona (17:15 en Haradh).
Íbamos detrás de un piloto francés que, como nosotros, buscaba la arena sin batir y cuestas más leves. Nos pareció que lo podríamos usar de “fusible”. ¡Menudo error! Nos llevó directos a un atasco. Entramos en una olla en la que había cinco o seis vehículos atascados. Siempre odié los atascos, quizás uno de los motivos por los me encanta vivir en Lugo.
Sergio Vallejo
La presión podía a los participantes allí atascados pero con la empatía y vocación de servicio propias de Mario G. Tomé, hicieron que el copiloto y Policía Nacional coordinase a todos los equipos. Gracias a la organización de Tomé, la colaboración de todos y un trabajo de horas, los equipos pudieron poco a poco ir saliendo.
Otra vez armarse de paciencia y con nuestras planchas, movernos metro a metro hasta salir de allí. Cuando lo conseguimos, no estábamos en condiciones de andar de noche y llegar a meta de la especial. Había que asumirlo, suponía la derrota, y a la vez una victoria por llevar el coche y a nosotros mismos enteros al vivac.
Sergio Vallejo
Veníamos a aprender ¡y vaya si lo hicimos! Y no sólo aprendimos de la carrera, sino del comportamiento humano bajo presión. Aprendí especialmente de los directores deportivos de Astara (Víctor y Gabi), del pundonor de todos los mecánicos, las chicas del equipo especialmente, de la profesionalidad de Laia y Checa que supieron lidiar con los fallos del coche y los suyos propios… y de que todo cuanto me contaba Diego de sus seis anteriores Dakar, se quedaba corto. No sé si voy a intentarlo otro año. Si la carrera es dura de por sí, más lo es conseguir los apoyos. Veremos si tengo fe. O mejor dicho, si la tienen los patrocinadores.
Sergio Vallejo
Gracias por los ánimos, y lo siento